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Foto del escritorConfiteria Padreny

"Rostres". Exposición de Ricard Fané


Cartel exposición "Rostres" de Ricard Fané en la Zona Arte de Confitería Padreny de Reus en Tarragona

Me emocionan las fisionomías, las facciones, los rostros. También disfrutar y fluir, con el lápiz en la mano, en el tiempo y el espacio. Con el reto de las proporciones, la textura, el camino de un trazo que no mira nunca atrás. Me gusta dibujar por todo esto y por un montón de cosas que yo mismo desconozco. Quizás solo lo hago porque quiero descifrar emociones ajenas haciendo retratos, adentrándome en los rasgos faciales de los otros, personas conocidas o desconocidas, y coger el paso del tiempo escrito a sus rostros, seguir las improntas de una vida particular, única.

Ricard Fané Catalán.


Detalles cuadros exposición "Rostres" de Ricard Fané en la Zona Arte de Confitería Padreny de Reus en Tarragona

En medio de la plaga de selfies que saturan las redes, cubiertos de fotografías que no volveremos a mirar, reivindicar el retrato, que pide horas de trabajo, parece un chiste, pero no lo es. El retrato atraviesa el tiempo y nos conecta con artistas de muchas disciplinas que se han acercado al misterio del rostro humano y se han atrevido a recrearlo. Presente ya a las monedas de los reyes persas cinco siglos antes de Cristo, triunfó con los romanos y los griegos. Asumiendo un legado de raíces profundas, el retrato contemporáneo honesto, intencionadamente subjetivo, realista o caricaturesco, tiene el valor de la obra única, del trazo imperfecto, de la pasión y la sensibilidad del artista.

Pep Forns.


Detalle cuadro de Audrey Hepburn exposición "Rostres" de Ricard Fané en la Zona Arte de Confitería Padreny de Reus en Tarragona.

Hay quien caza mariposas y hay quien le ha encontrado el gusto a cazar almas con un lápiz. Ricard es un artesano que trata de dar sentido a la existencia y que ha descubierto que siempre se había sentido cautivado por la belleza de los rostros huidizos. Ahora dedica horas a cazarlos sabiendo que no es con la obsesión, sino con la confianza y la creatividad, que conseguirá el reto. No quiere robar la identidad de los seres que dibuja, aspira a que se reconozcan. El oficio adquirido como diseñador gráfico y la ligereza que ha incorporado con el taichí se palpan en sus retratos delicados, pulcros, empapados de osadía. Pero aquel niño inocente que garabateaba papeles todavía está, y se nota.

Pep Forns.


"¿Os atrevéis a dejar que me adentre en esta misteriosa singularidad donde se divisa el alma?".

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